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Aquí la ensaimada, con choclate, claro. |
¿Habéis llorado alguna vez comiendo algo que hacia tiempo que no comíais? Vale, estoy exagerando. Pero casi fue lo que nos pasó por partida doble hace unos días. Momento 1: Paula nos trajo ensaimada de Mallorca, de estrangis, arriesgando su vida (vale, estoy exagerando otra vez) , pasándola por la aduana y sorteando toda clase de preguntas de los 'aduaneros'. Y madre mía. Que rica estaba. Y eso que yo no soy mucho de ensaimada, pero casi lloré de la emoción. Momento 2: después de no se cuantos años volvimos a comer
chausson aux pommes, que encontramos en una feria de productos franceses cerca de la Custom House. Y volvimos a, casi, llorar de gusto. Que cosa la conexión de la comida y la memoria. Es sentir otra vez el olor, el azucar, el sabor de las manzanitas, el crujir del hojaldre y, en microsegundos, explotan miles de recuerdos en la cabeza: Marta, Barcelona, París... los buenos y los malos tiempos. Y de repente tienes ganas de poder teletrasportarte para tomar unas cañas con los amigos de toda la vida; y de ir a comer el domingo con la familia Por suerte, nuevos sabores con nuevos amigos hacen que la morriña sea mas llevadera.